Fue un éxito en su tiempo, identificó a cientos de chicas solteras que paseaban por ahí, quienes aún no planeaban de lleno su vida a sus 30 y tantos, leyendo “Orgullo y prejuicio”, y sí, me refiero a la novela de “El diario de Bridget Jones” de la autora Helen Fielding -publicado en 1996-, que no vio pantalla hasta el año 2001, causando aún más revuelo que la misma novela, la cual era sino una primera parte de una trilogía de desventuras que se terminó transformando en una serie de columnas de Fielding. La segunda novela, llamada “Bridget Jones al borde de la razón” también fue transformada de su formato novela (1999) a pantalla grande en el año 2004. Y de la sexta novela de Helen Fielding, basada en las columnas que escribía, fue la siguiente en ser adaptada, “El Bebé de Bridget Jones” de la cual hablaremos a continuación.
Bridget Jones (Renée Zellweger) sigue estando soltera a sus 43, después de dejar atrás a un desaparecido Daniel (Hugh Grant) y un comprometido Mark Darcy (Colin Firth), decide irse de fiesta con sus amigas de 30 y tantos, donde tendrá una apasionada noche con un desconocido americano: Jack Qwant (Patrick Dempsey). Regresará con Mark tras su roto compromiso, pero al enterarse que está embarazada comenzarán los problemas cómicos con una posible doble paternidad indefinida.
Había mucho escepticismo respecto a esta película, como parte de un cierre cinematográfico, sobre todo quitando de la ecuación al personaje de Hugh Grant e intentar llenar su vacío con un personaje nuevo como el de Patrick Dempsey, quien tendría que hacer el peso a Colin Firth, y realmente lo hizo de manera increíble, Dempsey es un gran actor, muy carismático y lleno de energía, a veces incluso es difícil seguirle el paso.
La cinematografía mejoró muchísimo, claramente por el período de tiempo que ha transcurrido entre la última película adaptada de Jones, pero a su vez cabe mencionar la inmensa cantidad de tecnología usada en la cinta, solo para hacernos entender que el conflicto es incluso más cercano con todo aquello de las redes sociales, principalmente la parafernalia del personaje de Dempsey, quien es partícipe de la tecnología en pro del conocimiento de la pareja.
Los personajes han mantenido su esencia, a pesar del tiempo, los chistes siguen teniendo la misma talla que los anteriores, incluso se puede decir que hay muchísimas más risas en esta última película y, a veces, mucha más tensión en el aire en las situaciones ridículas.
Renée Zellweger ha conservado el carisma de su personaje de principio a fin y su modo de hacernos simpatizar con ella a pesar de todo. Y Colin Firth es increíble como puede seguir siendo tan recto en su personaje, tan auténtico como el primer día.
Esta película está muy bien armada, es veloz, es entretenida y nos hace sentir cada personaje en su mundo individual, cosa que a veces las comedias, o comedias románticas, simplemente no se dan el trabajo o el lujo de hacer. Vale la pena verla, es una película clara y amena.
